Al oscurecer del día
se trasmina la estela
del maullido de un gato vagabundo
Se tejen en sus colmillos
blancas redes de medias verdades,
manchadas con sangre de risas pasadas
y cristales de lágrimas de una luna perdida
Y para alimento su pensar le da suficiencia,
pero no lo llena.
No escucha. No calla.